COLAPSO TÓXICO

por | Feb 16, 2023 | 0 Comentarios

EL COLAPSO TÓXICO

Resulta evidente es que todo aquello que nos aleje de la normalidad, es fruto de un accionar incorrecto. Nuestro estado natural es la ausencia de enfermedades, el buen nivel de energía, la vitalidad, la alegría, la curiosidad… todas características de una vida saludable, plena y longeva. Muchos podrán argüir que el alimento no lo es todo y que también el ser humano moderno está expuesto como nunca al efecto de contaminantes ambientales. Lo cual es verdad; pero también es cierto que el organismo, en condiciones normales, tiene sobrada capacidad de “metabolizar” y drenar dichas sustancias.

El problema actual es la carencia de funcionalidad depurativa, a causa del cotidiano y abundante ensuciamiento alimentario, que colapsa las funciones de eliminación. Como evaluaremos luego, es inmensamente superior la carga tóxica alimentaria, en relación a la carga de contaminación ambiental. Esto ocurre porque los alimentos más ensuciantes son los más utilizados; los consumimos 5 veces por día, los 365 días del año.

Por otra parte, puestos frente a los dos problemas, nos resulta casi imposible controlar lo ambiental, dado que nadie vive en una burbuja de cristal. Sin embargo, resulta perfectamente posible manejar la cuestión alimentaria, tal como lo experimentamos a diario.

PROBLEMA Y SOLUCIÓN EN NUESTRAS MANOS

Para concluir con la desarmante lógica del Dr. Seignalet y sus conclusiones, podemos aportar otra observación positiva y de sentido común. Es siempre uno quién genera el problema, y también uno quién tiene la solución en sus manos. Si uno “ha hecho el lío”, uno mismo es quién lo puede (y debe) arreglar. Así de simple y fácil de entender. Pero claro, con este abordaje hay dos “problemas”. Si todos asumiésemos esta realidad, se terminarían las enfermedades crónicas y degenerativas, cosa que a muchos no conviene. Por tanto, no esperar muchos difusores del tema y sí muchos críticos y cuestionadores.

La otra parte del “problema” es la irresponsable actitud que impera en nuestra sociedad contemporánea. Aceptar esta visión de la realidad implica asumir la propia responsabilidad. Debemos hacernos cargo de la situación, a lo cual la mayoría no está dispuesta. Por eso siempre buscamos alguien o algo que nos cure, que es más fácil que cambiar de hábitos. Si enlazamos estos dos aspectos (el negocio de la enfermedad crónica y la irresponsabilidad del paciente crónico que reclama soluciones mágicas), vemos claramente como se dan la mano dos arraigadas debilidades humanas: negocio e irresponsabilidad. Modificar esta dolencia social es el desafío de los conscientes: la ignorancia, justifica; el saber, condena.

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